jueves, 15 de septiembre de 2016

Postmodernidad o La Derrota del Racionalismo



Sugel Michelén

Aunque muchas personas no sean capaces de dar una definición académica del fenómeno cultural que ha sido llamado “postmodernidad”, su influencia ha venido a ser determinante en la sociedad occidental debido a su amplia divulgación a través de los medios masivos de comunicación. Ahora bien, definir la “postmodernidad” no es una tarea fácil. Por la naturaleza misma de este fenómeno, cualquier intento de definición será parcial y no podrá englobar todas las corrientes diversas que convergen dentro en el término.

Sin embargo, simplificando el asunto al extremo podemos decir que es una reacción al espíritu de la modernidad producido por el pensamiento de la Ilustración del siglo XVIII. El hombre de la Ilustración suponía que el progreso científico y tecnológico nos permitiría desvelar todos los misterios de la vida y la creación; a través de la razón, y usando el método científico, el hombre podía conocerlo casi todo y la humanidad habría de alcanzar una edad de oro sin precedente en la historia.

Así que el espíritu de la modernidad es, en esencia, una confianza inquebrantable en el hombre, la ciencia y el progreso, confianza que a finales del siglo XIX generó una gran expectativa para el futuro cercano y que sería ampliamente frustrada en el siglo XX con sus dos guerras mundiales, totalitarismos de izquierda y derecha, campos de concentración, amenazas nucleares y un largo y agobiante etcétera.

Es sobre los escombros de ese sentimiento de desilusión y desencanto que se construye la postmodernidad. Así como el hombre moderno confiaba en la razón humana autónoma, libre de toda autoridad, excepto la del hombre mismo, el postmoderno presupone que no podemos conocer casi nada con certeza. El único absoluto es que todo es relativo; y el único “pecado” que no se tolera es el de la intolerancia (por supuesto, entendiendo como intolerancia toda indicación de que alguien está equivocado, no importa cuán absurdas sean sus ideas).

En otras palabras, el hombre postmoderno ha claudicado en su búsqueda de la “verdad verdadera”, y ahora pretende guiarse por la intuición, no por la razón (de ahí el slogan de moda: “sigue tu corazón”). La postmodernidad, entonces, no es otra cosa que la declaración de derrota del racionalismo que, pretendiendo desembarazarse de la autoridad de Dios y Su Palabra, ahora se encuentra empantanado en el fango de la irracionalidad.

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